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Imagen de archivo de un cartel del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez al lado de la planta de procesamiento de gas en el estado Anzoátegui. |
Ante la inminente salida de Chevron Corp. de Venezuela, el gobernante Nicolás Maduro ha comenzado a extender la alfombra roja a otras compañías petroleras extranjeras, asegurándoles que todas serían bienvenidas en el país sudamericano.
Sin embargo, es incierto si la oferta del líder socialista encontrará muchos interesados, en medio de indicios de que el gobierno de Trump pretende endurecer las sanciones contra la atribulada industria petrolera venezolana.
El gobierno de Trump revocó la semana pasada la licencia que permite a Chevron vender petróleo venezolano en Estados Unidos, dándole a la compañía estadounidense hasta el 3 de abril para liquidar sus operaciones en el país sudamericano.
La licencia, otorgada en noviembre de 2022 por el gobierno de Biden, permitió al gigante estadounidense producir y vender petróleo desde Venezuela a pesar de que las sanciones estadounidenses contra el régimen socialista continuaban vigentes.
Chevron —cuya producción en Venezuela promedió unos 220,000 barriles diarios, lo que representa aproximadamente el 24% de la producción actual del país, de 900.000 barriles diarios— desempeñaba un papel importante en los planes de Maduro para recuperar la debilitada industria petrolera del país, dada su disposición a compensar la producción de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y su rol como principal puerta de entrada al lucrativo mercado petrolero estadounidense.
Después de que Trump señalara su intención de reanudar la política de “máxima presión” aplicada contra el régimen durante su primer gobierno, los funcionarios de Maduro han intentado restarle importancia públicamente del posible impacto que esto podría tener en las finanzas del país.
El martes, en declaraciones a la televisión nacional, Maduro mantuvo la misma postura y afirmó que Venezuela continuará produciendo petróleo sin Chevron, pero enfatizó que su gobierno sigue abierto a la entrada de otras empresas extranjeras.
“Todos los yacimientos petrolíferos del país continuarán produciendo, creciendo y consolidando su producción”, declaró Maduro en la televisión estatal. “Ahora, si es con nuestros socios nacionales e internacionales, mucho mejor… Nadie en este mundo puede sacarnos de la ecuación de la estabilidad y la seguridad energética en el mundo actual”, dijo.
La semana pasada, Jorge Rodríguez, aliado clave de Maduro y presidente de la chavista Asamblea Nacional, afirmó que Venezuela ya contaba con empresas interesadas en invertir en la industria petrolera del país. “Los teléfonos no han parado de sonar”, declaró el jueves pasado. “Recibimos llamadas de todo el mundo de compradores y comercializadores de petróleo desesperados por reemplazar a Chevron”.
Las declaraciones de Venezuela se producen en medio de informes periodísticos en Estados Unidos que afirman que la administración Trump pronto anunciará la revocación de la licencia utilizada por otras compañías petroleras que operan en Venezuela.
Según un artículo publicado por Bloomberg la semana pasada, funcionarios del gobierno “han informado a empresas, como la petrolera francesa Etablissements Maurel & Prom SA y una empresa de asfalto dirigida por el magnate petrolero de Florida, Harry Sargeant, que tendrán 30 días para finalizar sus operaciones en Venezuela una vez que Estados Unidos revoque sus exenciones para operar allí sin incurrir en sanciones”.
Anteriormente, el secretario de Estado, Marco Rubio, había indicado que se suspenderían más de una licencia petrolera. “Hoy, de conformidad con la directiva del presidente de Estados Unidos, brindo orientación en política exterior para cancelar todas las licencias de petróleo y gas de la era Biden que han financiado vergonzosamente al régimen ilegítimo de Maduro”, escribió Rubio en su cuenta X.
Otras empresas que podrían verse afectadas por la nueva política estadounidense sobre Venezuela incluyen a la española Repsol, la italiana Eni y la india Reliance Industries. Las operaciones de todas las empresas internacionales en Venezuela, incluida la de Chevron, generan aproximadamente la mitad de la producción del país.
Si bien Repsol, Reliance y Etablissements Maurel & Prom no son empresas estadounidenses, la decisión de continuar operando en Venezuela tras la eventual revocación de su licencia las pondría en riesgo de ser declaradas culpables de infringir las sanciones estadounidenses y de enfrentar medidas punitivas.
La producción petrolera venezolana se desplomó a casi 400,000 barriles diarios en 2020, una disminución significativa con respecto a los 3.2 millones de barriles diarios producidos antes de que el difunto presidente Hugo Chávez emprendiera su revolución socalista hace 25 años. Chevron y otras empresas han sido fundamentales en los esfuerzos de Venezuela por revitalizar su producción petrolera.
La contribución al gobierno de Maduro proveniente de todas las compañías petroleras extranjeras asciende a entre $700 y $800 millones mensuales, asegura Antonio De La Cruz, director del centro de estudios Inter American Trends, con sede en Washington.
“Ese dinero se utiliza para financiar la corrupción que mantiene a los militares satisfechos”, añadió. “También es necesario para financiar la represión que mantiene a la población bajo control, pero lo más valioso de todo para Maduro es que es dinero limpio que puede usarse para lavar parte del dinero que proviene de fuentes ilícitas”.
Estados Unidos actualmente ofrece una recompensa de $25 millones por la captura de Maduro y de su ministro del Interior, Diosdado Cabello. Ambos enfrentan cargos federales en Estados Unidos por presuntamente liderar la organización de narcotraficantes conocida como El Cartel de Los Soles.
El Nuevo Herald