Un informe estratégico del Miami Strategic Intelligence Institute, denominado “Estado actual del sistema de defensa aérea de Venezuela”, dejó en evidencia la grave situación en la que se encuentran las autoridades venezolanas en la materia, por cuenta del desgaste de su defensa en el espacio aéreo.
Pues, de acuerdo con el documento, que fue elaborado con testimonios directos y comunicaciones verificadas de personal activo de la Fuerza Aérea Bolivariana, más del 60% de los radares de vigilancia no están operando y las aeronaves de combate solo se utilizan de manera esporádica. Esto implica la desprotección de los espacios aéreos del país, lo que se traduce en facilidades para los criminales que centran sus rentas ilícitas en el narcotráfico.
Aunado a ello, la colaboración por parte de otros países como Irán y China es insuficiente, toda vez que se enfocaría más en la protección del poder político que en garantizar la seguridad de la población en general y la soberanía nacional. Adicionalmente, según el informe, la asistencia ha sido parcial, lo que representa una limitante a nivel de seguridad.
“El sistema de defensa aérea de Venezuela se ve comprometido por intereses políticos y criminales. La ayuda exterior solo fortalece enclaves específicos del régimen y no logra restaurar las capacidades institucionales genuinas. El país sigue siendo vulnerable a las violaciones del espacio aéreo, la penetración del narcotráfico y el colapso regional bajo la presión militar organizada”, detalla el informe.
Vulnerabilidad aérea: radares, alertas y respaldos deteriorados
La calificación presentada en el documento demuestra el deterioro operativo y la falta de fortalecimiento de la defensa del país desde el aire: en un rango de 0 a 10, todos los puntos de estudio están por debajo de 5.
- Cobertura de radar: 1/10
- Capacidad de intercepción y de alerta: 2/10
- Moral y cohesión interna: 3/10
- Apoyo externo: 4/10
Las investigaciones realizadas indican que más del 50% de los radares JYL-1 y JY-11B no están operando por carencia de repuestos. Por su parte, los aviones K-8W tiene una operatividad menor al 30%, teniendo en cuenta que no cuentan con un radar especializado. En consecuencia, solo se usan para misiones antidrogas, pero de manera simbólica
Además, los aviones de combate SU-30MK2 tampoco están siendo plenamente utilizados, únicamente operan de manera continua los F-16, mientras que los AT-27 son requeridos para escenarios de entrenamiento de los pilotos. La flota en general tiene una cobertura limitada que solo involucra a Caracas, capital de Venezuela, y La Orchila.
Criminalidad, infiltraciones y complicidad de las autoridades
En medio de las falencias y carencias de la defensa aérea venezolana, los criminales han aprovechado para extender su poder y garantizar resultados en sus acciones delictivas. El informe mostró una grave infiltración del Cartel de los Soles en el Comando de Defensa Aeroespacial Integral (Codai), en la Zona Operativa de Defensa Integral (Zodi) y en la Región Estratégica de Defensa Integral (Redi).
La estructura criminal estaría manipulando los radares, apagándolos a conveniencia, para evitar que las aeronaves que utilizan para actividades ilícitas.
Por otro lado, la ilegalidad y complicidad transnacional alrededor del narcotráfico parece no tener fin. Hay aviones venezolanos que aterrizan en pistas clandestinas de México, garantizando la custodia y transporte de estupefacientes como la cocaína, cuyo destino principal es Norteamérica. Esto, presuntamente, con el beneplácito de las autoridades locales.
“Esta cooperación ha establecido un corredor aéreo entre Venezuela y México como la principal ruta para el transporte de cocaína hacia Norteamérica, según múltiples informes de inteligencia de la DEA, el Departamento de Estado y la Unodc (Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito)”, precisa el documento del Miami Strategic Intelligence Institute.
Fuente: Infobae